jueves, 20 de marzo de 2008

Diez gansadas sobre internet (y de cómo las repetimos a coro)

Entre la felicidad tecno y el tecno panic attack (1ª entrega)

Diez gansadas sobre internet (y de cómo las repetimos a coro)

El mundo “virtual” va a solucionar los problemas del “real”, sí. Y la Red –rebosante de ciudadanos interesados en la cosa pública– es el espacio más democrático jamás creado en la historia humana. Pero qué horror: los niñitos se pierden en el ciberespacio y no regresan. O se hacen homicidas de tanto jugar videogames. O se condenan al infierno educativo si no están online. Estas son algunas de las mitologías más meneadas sobre el fenómeno internet. Ante semejante tensión entre promesas y espantos, una mirada unplugged.



Laura Siri
(Escritora y periodista especializada en tecnologías de la información. Investigadora del Instituto Gino Germani.)
19 y 20.03.2008
http://www.criticadigital.com.ar/impresa/index.php?secc=nota&nid=1203
http://www.criticadigital.com.ar/impresa/index.php?secc=nota&nid=1265

Sumergirse en el mundo virtual. "No existe un tecnología que, en sí misma, fabrique libertad. Y no puede haber mucha libertad en el mundo 'virtual' si en el 'real' se la reprime.

1.La superutopía democrática. Internet como tal existe desde hace más de treinta años. Pero recién desde hace una década empezó a convertirse en un fenómeno que articuló transformaciones en serie y a escala global. Cuando nacía la Red, muchos pensaron –y propusieron– que sus particularidades favorecerían la participación democrática. A diferencia de la televisión, la radio y los periódicos tradicionales, la Red aparecía por sus potencialidades como un espacio en el que cualquiera podría publicar cualquier cosa, en principio sin censura, y desde cualquier lugar. Así que muchos la asimilaron a un nuevo ágora ateniense, un espacio público y abierto donde se podría debatir y, más aún, decidir, sobre los temas centrales que preocuparan a una comunidad.

Antes de dirimir si internet tiene algún “efecto democratizador” sería mejor preguntarse de qué hablamos cuando hablamos de democracia. Suele pasar que cuando en la Red se propone votar por alguna cosa (asumiendo que asociamos un poco toscamente “voto” con “democracia”), esa cosa puede ser una encuesta en la que se pregunta, por ejemplo, “¿cómo califica la tendencia adolescente de practicar sexo oral a cambio de favores?”. O bien: “¿Piensa viajar a algún lado en Semana Santa?”. Votar en este tipo de encuestas puede dar la sensación de participar en la construcción de opinión pública. Pero, más probablemente, este ejercicio del voto sólo implique dar una mano en otra construcción distinta: la de insumos muy útiles para que algún departamento de marketing promocione mejor determinados productos entre los lectores de un determinado sitio.

Hay una pregunta anterior, más evidente y relevante: ¿por qué sería deseable la existencia de una relación entre internet y democracia? Porque el acceso se caracteriza por dos rasgos no inocentes: es global y es desigual. Es global porque uno puede publicar y leer lo publicado por otros, independientemente de su ubicación geográfica. Y es desigual, porque sólo en determinados países y regiones tiene acceso más del 75 por ciento de la población. Según Internet World Stats, sólo el 20 por ciento de la humanidad tiene acceso a internet. Es mucho más que hace una década, cuando esta cifra alcanzaba apenas al uno por ciento, pero aún quedan demasiadas sociedades y personas del lado “desconectado” de la globalización.

Si es cierto que internet favorece la democracia, por ahora lo hace en una democracia de “voto calificado”: porque como en tantos otros rubros, el peso –tanto online como offline– de la opinión proveniente de los países económicamente más fuertes es infinitamente mayor que el de los otros. Y tal como sucede en Naciones Unidas, en este medio global también hay naciones con derecho a veto. Además, si la Red fuera una democracia, tendría voto calificado por clase social: dentro de cada país acceden quienes pueden pagar determinados consumos. También quedarían excluidos aquellos que, por razones culturales o de edad, no encuentran fácil el uso de las nuevas tecnologías, aún cuando puedan pagar internet. Un dato curioso ilustra las desigualdades: entre los lugares del mundo con mayor penetración de internet se destacan en el lugar 14 las Islas Malvinas, con un 69,4%, según datos de la CIA de diciembre del 2002.

2. Total libertad de expresión (garantiza: la Red). Otra afirmación habitual: los flujos en internet interpretan la censura como un fallo técnico y automáticamente encuentran una ruta distinta de transmisión del mensaje. Esto sencillamente no es cierto: una vez que los paquetes de datos llegan al servidor local, la verdad es que no hay ninguna dificultad técnica en bloquear contenidos. Por lo tanto, la libertad de expresión que pueda darse en la Red no se da tanto por razones tecnológicas, como sociales, políticas y culturales. Depende más del corpus legislativo de cada país y de una capacidad y/o voluntad de represión que de un elemento estructural del nuevo medio. En países como Birmania, Egipto y muchos otros se ha encarcelado y se sigue encarcelando a bloggers por delitos de opinión. Muchas páginas son sistemáticamente censuradas. Está ocurriendo estos días en China –por el conflicto con el Tíbet–, a escala china.

Hace hace poco tiempo Pakistán decidió bloquear en su territorio el acceso al sitio de videos YouTube porque el portal presuntamente contenía videos contrarios al Islam. Esa acción provocó la caída parcial de este sitio en varios otros países.

El problema se debió a un defecto en la forma en que todos los proveedores de servicios de internet del mundo manejan cierta información técnica necesaria para encontrar las PC conectadas a la Red. Para simplificar el proceso y abaratar costos, los proveedores no almacenan ni actualizan en equipos propios este tipo de información, sino que la comparten entre sí. Con lo cual, si alguno ofrece datos incorrectos al resto, se pueden generar fallas. Precisamente, lo que ocurrió en este caso fue que los datos técnicos orientados a bloquear YouTube en Pakistán se distribuyeron a otros proveedores en forma supuestamente accidental. Así se provocó una caída extensa del portal durante dos horas en todo el mundo. Por lo tanto, en la práctica, Pakistán no sólo ejerció la censura en su propio territorio, sino que consiguió hacerlo en otros países. Lo que viene a demostrar que no existe un mundo “virtual” liberado de las condiciones sociales y políticas del mundo “real”. No existe una tecnología que, en sí misma, fabrique libertad. Y no puede haber mucha libertad en el mundo “virtual” si en el “real” se la reprime.

3. Teleciudadanos fascinados por la cosa pública. Todos saben que en Londres, en Hyde Park, existe el famoso Speaker’s Corner, esquina de los oradores, donde uno puede subirse a un cajón y comenzar a perorar, con total libertad. Esta libertad de expresión, por supuesto, no garantiza un auditorio atento ni trascendencia pública. Desde 1874 los oradores vienen brindando un pintoresco entretenimiento dominical para turistas, sin consecuencias para la vida política del país.

Internet se parece bastante a la Speaker’s Corner. Es cierto que muchas denuncias importantes, como la de la masacre de Tiananmen, producida en junio de 1989 en China, se hicieron antes en internet que en los medios tradicionales. La Red se ha convertido en una importante alternativa a la información ofrecida por las grandes cadenas noticiosas. Sin embargo, como en Hyde Park, el hecho de que cierta información se difunda no garantiza ni llegada ni interés en la mayoría.

Con la popularización de los blogs se renovó la idea de que internet es el lugar perfecto para un debate que, a su vez, lleve a los usuarios a participar con mayor información de las decisiones públicas del mundo “real”. En el momento de escribir esto, según la cuenta que lleva el sitio BlogPulse, existe un total de 73.759.332 blogs en el mundo. 62.248 nacieron en las últimas 24 horas. En el mismo día se sumaron 689.868 posts o artículos. Las estadísticas revelan la triste verdad: muy pocos autores de blogs leen otro aparte del suyo. Y sólo un puñado de blogs alcanza una masa respetable de lectores.

Estos datos hablan de un problema de fragmentación que queda aún más expuesto cuando se examina qué buscan los usuarios del mundo en internet según sea cuál su vida, su clase social, el país en el que viven (ver recuadro). Y muestran una vez más la falacia de que hay una vida online eminentemente distinta de la offline. Cuando las entrevista un encuestador, las personas pueden asegurar ­que su mayor preocupación –como la de las concursantes a Miss Universo– es la paz en el mundo. Pero, a la hora de usar internet, van derecho al video de Wanda Nara. Si, más allá de lo que declaren, los “ciudadanos” no tienen un real interés en temas como el desempleo, la marginación, la violencia, la salud o la educación, ninguna virtud presuntamente inherente a internet puede producir algún cambio.

4. El futuro de la educación está allí (y al que no le gusta...). La idea de que usar computadoras equivale, por sí misma, a tener una mejor educación no es nueva. Ya existía en 1985 cuando aparecían los primeros equipos hogareños como los Commodore, Spectrum y Texas TI-99. Un clásico estudio de campo llevado a cabo entre familias británicas entre 1983 y 1987 muestra que, ya entonces, había campañas de marketing gubernamentales y privadas destinadas convencer a los padres de que las perspectivas de empleo futuro de sus hijos pasaban por comprar uno de esos equipos. Aquellas viejas máquinas hoy son reconocidas más por haber sido eficaces en matar marcianos que por su contribución a la educación. Hoy se repite el discurso: el solo hecho de plantar tecnologías de información y comunicación en la comunidad educativa redunda en la superación de brechas digitales y en una mejora lineal de la educación.

Un ejemplo: la forma en que se viene publicitando el proyecto de computadoras portátiles baratas para niños de países en desarrollo de la fundación One Laptop Per Child (OLPC). Al principal impulsor de este proyecto, Nicholas Negroponte, se le preguntó en una entrevista del diario El País de España por qué necesitan una portátil niños que no tienen agua potable, ni comida, ni electricidad. Su respuesta fue “sustituya la palabra ‘portátil’ de esa frase por ‘educación’. Esta PC es un libro electrónico y los niños pueden aprender idiomas, comunicarse con otros niños, aprender programación... Nadie cree que haya que eliminar la educación porque no haya agua potable”.

Seguro, nadie duda que haya que dar educación aunque no haya agua potable. Tampoco hay razones a priori para oponerse a que los chicos accedan a esta tecnología. La falacia es considerarla como sinónimo de educación. Y, aleluya: parece que los niños de Nigeria participantes en una de las primeras pruebas piloto de esas máquinas no sólo les dieron fines educativos, sino que las usaron para buscar pornografía, tal como publicó en septiembre de 2007 la agencia nigeriana de noticias NAN.

5. Impacto hiperpositivo sobre la sociedad (o hipernegativo, sé igual). Casi todas las mitologías de la Red tienen algo en común: la idea subyacente de que la tecnología es algo que, desde “afuera” de la sociedad, le hace cosas a ésta. Cada vez que alguien se pregunta “¿cuáles son los efectos de la tecnología X sobre la situación social Y?”, está asumiendo este supuesto.

El problema es que, si se predica que con determinada tecnología linealmente se producirá equis efecto benéfico para la sociedad, se vuelve a olvidar que ese supuesto efecto depende de los actores sociales involucrados, no de la tecnología. Un ejemplo es el voto electrónico. Cada vez se ven más candidatos, organizaciones y medios de comunicación escandalizados de que no se termine de implementar ese modelo que parece tan moderno. ¿Quién, que no sea un troglodita, puede dudar de que este sistema tiene que mejorar la transparencia de las elecciones, limitar las posibilidades de fraude o impedir el clientelismo político?

El problema es que, lejos de cumplir esos objetivos, las urnas electrónicas pueden posibilitar nuevos modos de fraude y más baratos, o violación del secreto a gran escala. Un caso al azar: en Estados Unidos, en 2003, en la elecciones locales del condado de Boone, Indiana, las urnas electrónicas registraron un total de 144 mil votos, aunque las personas habilitadas para votar eran 19 mil. El mismo año, en el condado de Fairfax, Virginia, las máquinas restaron 100 votos a uno de los candidatos y le dieron en algunas mesas resultados negativos que no se correspondían con los votos reales. Y en las elecciones presidenciales del año 2000 una urna electrónica suministró un resultado final que incluía 16.022 menos votos para el candidato Al Gore. En un artículo sobre voto electrónico en 2006, el especialista Salvador V. Cavadini concluía que la única ventaja de las urnas electrónicas es la velocidad en el recuento. Mientras que “el peligro más grande es la delegación de la fiscalización del acto electoral en una elite muy reducida en desmedro del poder de fiscalización” del ciudadano común. Es que la transparencia de los comicios no depende de las propiedades de las tecnologías, sino de la existencia de un contexto favorable.

Otra variante del determinismo tecnológico consiste en hacer todo lo contrario de lo anterior: atribuir efectos siniestros a determinada tecnología. Casos: “Dos adolescentes acusados de matar a niña imitando videojuego” (USA/AP, 20/12/2007), “Tiendas británicas retiran un videojuego tras el asesinato de un adolescente” (Reuters, 30/07/2004), o este tipo de recomendación dada por la policía de Houston en una web escolar: “Si su hijo tiene una página electrónica en MySpace, asegúrese de conocer su nombre en pantalla y su contraseña”. Generalmente no se averigua mucho acerca de los problemas psicosociales preexistentes de los adolescentes en cuestión. Es más simple culpar al videojuego o a una página de contactos sociales. Con lo cual, se exime de culpa a otros sospechosos posibles: la familia, la escuela, el Estado, o cualquier malestar social.

Importantes asuntos a resolver por Google (lista de las palabras más buscadas, según país)

Argentina, septiembre de 2007. 1. Ropa interior, 2. House, 3. Showcase, 4. Chancho, 5. Daniel Radcliffe, 6. Eyes, 7. Imágenes de hadas, 8. Modding, 9. Dieta, 10. Videos de Ronaldinho.

Chile, mismo mes. 1. Lain 2. Arpa, 3. Sencillito, 4. Smashing Pumpkins, 5. AC DC, 6. Laura Pausini, 7. Galileo Galilei 8. Jugar.com, 9. Uruguay, 10. Sufrimiento.

Colombia. 1. Ríos, 2. Vacaciones, 3. Sakura y Sasuke, 4. Oscuridad, 5. Celular rojas producción, 6. Hércules, 7. Ciclo menstrual, 8. Nariz, 9. Rolling Stones, 10. El Heraldo de Barranquilla.

México. 1. Will Smith 2. Astronomía, 3. Suba, 4. Jesús Adrián Romero, 5. Element, 6. Sistemas, 7. Vampiros, 8. Diario de Chiapas, 9. Videos cristianos, 10. Juegosjuegos.

España. 1. Miren Ibarguren, 2. Harrylatino, 3. Fuegos artificiales, 4. Levante emv, 5. Salud, 6. Satse, 7. Holanda, 8. Vmware, 9. Oxford, 10. Periódicos deportivos.

Estados Unidos. 1. Castaways travel, 2. Toyota center, 3. George Reeves, 4. Than Merrill, 5. Greensboro Coliseum, 6. Southlake Carroll, 7. Jonasbrothers.tv 8. Sebastian Burns, 9. Mad tv, 10. Mad tv online.

Argentinos abismados en YouTube**

Lunes: deportes (38%). Martes: entretenimientos (40% y 42%). Miércoles: entretenimientos (40% y 42%) / Noticias y política (22%). Jueves: entretenimientos (24% y 28%). Viernes: entretenimientos (24% y 28%) / deportes (17%). El video de la ejecución de Saddam Hussein fue visto por más de 21 millones de usuarios en sólo una semana. Puede suponerse que fue un espectáculo más, no muy distinto del consumo televisivo de médicos haciendo biopsias, detectives forenses analizando cadáveres, criminales proveyendo necropsias.

Picoteando información. El material volcado en internet equivale a tres millones de veces la cantidad total de libros escritos en la historia de la humanidad.

6. Las comunidades “reales” son buenas. Las “virtuales”, espantosas. Cuando, hace más de una década, comenzaron los estudios de Comunicación Mediada por Computadoras, internet pareció asimilable a un territorio, un espacio, donde se formaban “comunidades virtuales”, análogas pero diferentes a las que serían “comunidades reales”. Aún se sigue hablando de “identidades virtuales”, como opuestas a otras que serían “reales”. Y –socorro– surgen preguntas oscuras, inquietantes: ¿está matando la comunicación virtual a la real? ¿No es malo que se sustituya el contacto cara a cara por el contacto tecnológicamente mediado? ¿Influye el mundo virtual sobre el real o, viceversa, el real sobre el virtual?

La respuesta general es que, cuando se plantea una oposición binaria tan tajante, siempre hay que sospechar falacia. Para empezar, toda comunicación es mediada. Si uno no es telépata, siempre utiliza algún tipo de lenguaje que no tiene nada de transparente. En este sentido, no existe la comunicación directa. La comunicación cara a cara tiene tantos filtros como cualquier otra comunicación, y no es mejor ni peor en sí misma. A veces, por buscar lo que tiene de innovador y diferente un determinado tipo de comunicación, se pierde de vista lo que todos tienen en común. Entonces, más que como un mundo “virtual” opuesto al “real”, internet puede ser representada como una instancia de múltiples órdenes espaciales y temporales que cruzan una y otra vez la frontera entre lo online y lo offline.

7. Alerta drogones: internet es un viaje de ida. El concepto de “adicción a internet” tiene un origen poco conocido, que vale la pena recordar. En 1995, en un foro online de psiquiatras y psicólogos, a un participante llamado Iván Goldberg se le ocurrió hacer una parodia del manual de clasificación de trastornos mentales usado por estos profesionales, una cosa llamada DSM IV. En su descripción, Goldberg se declaraba descubridor del “síndrome de adicción a internet”, una terrible nueva patología, y proponía para su curación algo muy similar a los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos. La broma tuvo mucha difusión y, como era esperable, al salir de su contexto original hizo sonar alarmas generales.

Preguntarse acerca de si internet puede generar adicción implica tener una preteoría sobre qué es la Red y otra sobre qué es la adicción. En primer lugar, supone pensar que internet es una sola cosa, y no muchas. En segundo lugar, confunde disfrute o necesidad laboral con adicción. Imaginemos a una persona que se levanta a la mañana, lee el diario, luego viaja oyendo la radio, al llegar a la oficina pasa unas ocho horas haciendo su trabajo, y al volver ve televisión. Seguramente nadie vería nada raro en su vida. Imaginemos otro caso: alguien se levanta, lee el diario online y, luego, en vez de viajar –porque quizá sea teletrabajador– oye la radio por internet. Al mismo tiempo, revisa los primeros mails y después hace su trabajo vía internet. Cuando termina, mira videos en YouTube para entretenerse, chatea con amigos o mira los canales de televisión que se emiten online. Conclusión posible: “Qué horror, este tipo vive enchufado a internet, es un adicto”. Sin embargo, la única diferencia entre ambos casos es de gustos o necesidades. Acusar a internet de generar problemas de adicción, conspirar contra las sanas relaciones familiares u otras desgracias es, una vez más, dar una coartada a la sociedad o a instituciones como la familia y el Estado, cuyas disfunciones sí pueden estimular la existencia de todo tipo de trastornos individuales, no necesariamente atribuibles a las nuevas tecnologías.

8. Se va a acabar la horrible brecha digital. Cuando la introducción de nuevas tecnologías en lugar de nivelar desigualdades sociales, las potencia, suele decirse que se trata de un efecto colateral mínimo, fácil de solucionar. ¿De qué modo? Extendiendo aún más la panacea en cuestión, hasta que todos la puedan disfrutar. Sin embargo, en la historia de las tecnologías se demuestra una y otra vez que buena parte de ellas, si no todas, fue desarrollada precisamente para generar diferencias a favor de alguien o de algo. Recién cuando expira la patente o su valor económico se reduce mucho, puede esperarse un mayor acceso a esa tecnología puntual. Para entonces, ya estará marcando desigualdades otra cosa patentada y quizá sobrevaluada.

Para legitimar socialmente este rasgo estructural de las tecnologías, las empresas o estados que las impulsan construyen la idea de que sus consecuencias serán disfrutadas por todos. Cuando “el norteamericano” pisó por primera vez la Luna, se habló de “un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la Humanidad”. La verdad es que cuando un país poderoso considera estratégica cierta innovación, lo último que desea es que la tenga todo el mundo.

En nuestras modestas pampas existe un ejemplo de cuán poco desea el país del Norte que otros tengan industria astronáutica propia. Sucedió cuando, cediendo a presiones de Estados Unidos, en 1991 nuestro país ordenó el desmantelamiento del misil Cóndor. Era aquel cohete de largo alcance que, eventualmente, hubiera sido capaz de alojar una ojiva nuclear. El Cóndor era heredero de 50 años de investigación y desarrollo locales en industria espacial.

Lo que se comentó poco, tanto entonces como después, es que el misil implicaba una tecnología de uso dual: tenía aplicaciones que podían ser militares, pero también civiles. Concretamente, podía ser usado para poner satélites en órbita baja alrededor de la Tierra, para fines muy redituables como permitir comunicaciones vía satélite, internet o televisión. Es razonable suponer que lo que molestaba a Estados Unidos no era tanto su eventual uso militar, sino el civil. Hoy, por determinadas llamadas telefónicas, pagamos un derecho por el uso de satélites norteamericanos. Y las facturas por televisión satelital incluyen el costo de derechos de uso de satélites norteamericanos. Y cada vez que en televisión vemos algo “vía satélite”, alguien paga por usar esos mismos satélites norteamericanos. Si la versión civil del Cóndor no hubiese sido cancelada, hoy sería el Estado argentino quien percibiría esos ingresos y varios técnicos e ingenieros conservarían sus trabajos. Así gana Europa con su consorcio Ariane.

También es evidente que, cuando una empresa desarrolla algo, querría, en lo posible, hacerlo imprescindible para los clientes pero muy difícil de reproducir para otras compañías o particulares. Es lo que hace Monsanto con sus semillas. Más allá del marketing que habla de favorecer la “transferencia tecnológica” y proveer “alimento para el mundo”, subyace un modelo de negocios que, en la práctica, hace muy difícil a los productores no comprar ni usar sus semillas transgénicas, no pagarle regalías y conservar el derecho a utilizar semillas reproducidas para las futuras cosechas. En la Argentina, el cultivo comercial de uno de los más lucrativos productos de Monsanto, la soja RR, fue aprobado en 1996 y, desde entonces, se multiplicó geométricamente. Pero cuando esto ocurrió, regía la Ley de Semillas cuyo artículo 27 reserva para el productor el derecho de multiplicarla para uso propio. Sin embargo, hacia 2001 la corporación comenzó a amenazar a los productores agrícolas sobre el uso “ilegal” de sus semillas y a exigirle al Gobierno argentino que hiciera cumplir “la ley”.

El mercado de medicamentos funciona de un modo parecido. Mientras los documentales de Discovery Channel muestran un futuro optimista donde la medicina podrá curar desde la caspa hasta el aburrimiento, la realidad es que no sólo se desarrollan antibióticos con el fin de curar la neumonía, la diarrea o el SIDA en los países más pobres de la Tierra, sino para vendérselos caro a quienes los puedan pagar. Se trata de un comercio bastante desigual, tal como lo explica un informe de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (UNIDO): sólo 10 países –los desarrollados– están en la punta del desarrollo farmacéutico. Otros cinco, Argentina, China, India, Corea y México, pueden hacerlo mediante imitación e ingeniería reversa. Hay un puñado que tiene una limitada producción de fórmulas conocidas y la mayoría sólo puede recurrir a la importación. El problema es que los países que no pueden costear la innovación farmacéutica tampoco pueden gastar tanto en salud como los desarrollados. La azitromicina, un antibiótico que se emplea contra la neumonía, cuesta más o menos lo mismo en Kenia que en Noruega. Pero, mientras que Noruega gasta unos 2.300 dólares anuales per cápita en salud, Kenia gasta unos 17.

Es probable que en otros diez años se siga hablando de brechas entre quienes accedan o no a lo que entonces se considere la llave del éxito. Pero la verdadera brecha no es entre quienes tienen y quienes no una determinada tecnología, sino entre quienes pueden producirla y venderla a otros y quienes no pueden. Los países o grupos sociales que queden del lado consumidor del mercado tecnológico estarán en desventaja. Hoy está de moda decir que se trata de la tecnología informática. Pero, si estrategias como la de Monsanto siguen avanzando, en un futuro esa tecnología “hot” será, simplemente, la comida.

9. ¡¡Está matando al libro!! ¡¡Y a la tele!! Internet no sólo no ha desplazado a los libros sino que contribuye notablemente a su difusión. Cada día que pasa se publican en todo el mundo unos 3.000 volúmenes. En general, no es cierto que las formas digitales conduzcan a la eliminación de aquellos bienes culturales que ocupan el mismo “nicho ecológico”, aunque en soporte analógico. Sí pueden ayudar a su modificación, o llevan a una evolución adaptativa. Ejemplo que ya lleva muchos años: la incorporación de más imágenes en los diarios como respuesta al auge de la cultura audiovisual.

Según un estudio reciente publicado por la Biblioteca Británica y el Joint Information Systems Committee de Inglaterra, hay muy escasa evidencia que fundamente que los jóvenes de la Generación Google son muy diferentes de los mayores. Tras su investigación, lograron derribar seis de los mitos más populares acerca de los hábitos de lectura de los chicos. Un caso: no hay evidencia de que, antiguamente, no prefirieran hojear antes que leer un texto completo. El gusto por la digestión fácil hay que rastrearlo en nuestros ancestros primates, no en internet. Tampoco es cierto que ahora los jóvenes puedan buscar información en la Red de un modo que envidiarían los expertos. Según el estudio, no hay ni mejoras ni deterioros evidentes en este sentido. Y si se trata de la preocupación porque los chicos adquieren capacidades con la PC en base a ensayo y error y no a educación formal, el informe señala que personas de todas las edades aprenden de la misma manera. Nada que pueda considerarse terrible.

En cuanto a la afirmación según la cual los muy malcriados tendrían cero tolerancia frente a las frustraciones informáticas, el estudio revela que es cierto, pero no en mayor ni menor medida que las personas de cualquier edad. Para tranquilidad de los adultos, no es verdad que los jóvenes encuentren a sus pares más creíbles que a las figuras de autoridad tradicionales. Aunque parezca mentira, los chicos sí valoran las opiniones de los maestros y padres. Finalmente, un dato sorprendente: para quienes se alarman porque los niños quieren estar conectados constantemente a internet, el informe revela que, al menos en Inglaterra, los mayores de 65 años suelen navegar más horas que los niños. Olé.

No es necesario temer que las lecturas “virtuales” en pantalla suplanten a las queridas lecturas “reales” en los libros. Internet impulsa mucho a los demás medios de comunicación, porque gran parte de los posts y conversaciones online se refieren, justamente, a comentar noticias de diarios, libros y programas de radio y televisión. A la inversa, cada vez es más común ver que los medios tradicionales difunden material originalmente producido en y para la Web, como los videos de YouTube o las informaciones nacidas en blogs. Lo que se comprueba es que el conjunto de los medios forma una especie de ecosistema donde, si uno de ellos cambia de características, o surge uno nuevo, los demás pueden adaptarse a la nueva situación sin necesidad de desaparecer.

10. Sólo una bolsa de información basura. En la Red los materiales no aparecen ordenaditos como en una biblioteca y a veces son de por sí muy difíciles de clasificar y hallar. Cuando uno busca algo, hoy, lo más natural es hacerlo mediante Google. Con lo cual, obtendrá miles de resultados, de los cuales una gran cantidad serán irrelevantes, de autoridad dudosa, inexactos, deliberadamente falsos o, directamente, sin nada que ver con el asunto buscado.
El problema real es que es demasiado fácil encontrar basura y no tanto encontrar lo que se necesita. Es difícil, entre otras razones, porque la cantidad de información online es abrumadora. Según un estudio de la consultora IDC hecho a pedido de la firma EMC, el material volcado en internet equivale aproximadamente a tres millones de veces la cantidad total de libros escritos en la historia de la humanidad o el equivalente a 12 pilas de libros, cada una extendiéndose a 93 millones de millas desde la Tierra al Sol. Por otra parte, los últimos informes muestran que Google es capaz de indexar 20 mil terabytes de información en tan sólo 24 horas.

Existe un fenómeno paralelo: generalmente la información realmente útil está protegida bajo derechos de autor. Poderosos grupos empresarios poseen los derechos de millones de fotos, documentos e imágenes y cobran por acceder a ellos. Esos sectores impulsan un endurecimiento de las leyes de “propiedad intelectual”, de un modo que en la práctica limitaría mucho el acceso a los bienes culturales. Consecuencia posible para la calidad de la información: si todo lo valioso es propiedad de alguna corporación, lo que quede como públicamente accesible serán los restos, la basura. Entonces, es cierto que en la Red hay mucha basura porque hay muchísima información (información en términos de bytes y no necesariamente información socialmente útil). Por otro lado, que internet sea o no una gran bolsa de residuos no depende de sus características, sino de cuáles son las estrategias públicas con respecto a los modos sociales y legales de compartir el conocimiento.

martes, 18 de marzo de 2008

Esperando al tren bala: las lecciones europeas: Anda y anda sin parar de consumir

Esperando al tren bala: las lecciones europeas

Anda y anda sin parar de consumir

El tren de alta velocidad anunciado por el Gobierno debería quemar pampas en el año 2010. Quizá para entonces hayan acabado las protestas que provocó en varios países europeos, particularmente en España. Las objeciones de quienes resistieron al TGV francés y hoy enfrentan al AVE español son muchas: problemas de contaminación atmosférica y sonora, fragmentación y aislamiento territorial, un servicio que cuesta caro y puede ser para pocos. Además, demanda enormes cantidades de energía. Algo que, en estos pagos, últimamente no sobra.



Virginia Escobar
18.03.2008
Argentina espera la llegada del tren bala anunciado por el Gobierno mientras en Europa –particularmente en España– resuenan broncas y manifestaciones contra los efectos indeseados de la alta velocidad y el modelo de desarrollo que supone. Primero fueron las protestas de Francia. Después las marchas llegaron a Italia, donde la oposición abortó los planes de instalar trenes de alta velocidad. Y en los últimos cinco años, en España, el más reciente importador de esta tecnología, grupos resistentes se organizaron en las llamadas Plataformas anti-TAV (Trenes de Alta Velocidad). Sindicatos, asociaciones civiles y ecologistas denuncian en Barcelona, Málaga, Valladolid o el País Vasco perjuicios ambientales y socioeconómicos: suelos roturados, altas demandas de energía eléctrica, concentración de las comunicaciones para pocos, aves muertas. Todo a costa de inversiones millonarias y de cuestionamientos sobre la racionalidad del proyecto que el gobierno español instaló como un emblema de desarrollo. Esa misma racionalidad es la que está en tela de juicio a la hora de importar trenes bala para las pampas.

La primera imagen del tren bala llegó desde Japón, en la década del sesenta. Como una serpiente mecánica salida del animé, representaba el triunfo de la tecnología y una vaga sospecha de destrucción. En 1981, Francia implementó el primer TGV, un tipo de tren de alta velocidad que puede superar los 320 kilómetros por hora, bajo el liderazgo de Alsthom (actualmente Alstom, la compañía que ejecutará el proyecto argentino) y SNCF, la empresa de ferrocarriles nacional francesa. El nuevo medio cautivó a los franceses, que vieron conectadas sus principales ciudades con mayor rapidez y recorridos más directos. El TGV se convirtió en una alternativa para el sobrecargado sistema ferroviario convencional y para la saturación del espacio aéreo. Pero con los años mostró sus desventajas: altos costos, impactos ambientales y grandes demandas de energía. Las primeras protestas francesas se produjeron en mayo de 1990, cuando se planificaba la línea LGV Mediterranée. Los manifestantes bloquearon un viaducto ferroviario para expresar que la nueva línea era innecesaria, y Francia optó por rentabilizar las ya construidas exigiendo estrictos requisitos para construir nuevos recorridos.

LA MODERNIDAD LLEGA A ESPAÑA. España se subió al tren en la década del noventa. Con su sistema ferroviario convencional en crisis, no se dudó en orientar las inversiones más fuertes hacia el AVE, sigla de Alta Velocidad Española y nombre comercial elegido para algunos de los servicios ferroviarios entre Madrid y otras ciudades. El urbanista Vicent Torres, en un informe difundido por la Universidad Politécnica de Madrid, explica que el diseño de un doble sistema ferroviario impulsado en tiempos de José María Aznar –uno de punta y el otro convencional– hizo que la antigua red dedicada al transporte de mercancías y algunos servicios regionales de pasajeros quedara abandonada y con problemas de mantenimiento. Peor aún, “quedaron aislados los servicios de cercanías en algunas áreas urbanas, los que más viajeros transportan en la actualidad”.

Ya para cuando se inauguró la línea a Valencia, en el año 2000, comenzaron a organizarse en esa ciudad las Plataformas anti-TAV que consiguieron implicar a la sociedad y a las instituciones políticas locales, pero que no alcanzaron a frenar ninguno de los proyectos oficiales. En 2007, la puesta en servicio de las líneas del AVE que unirían Madrid con Barcelona, Málaga y Valladolid condensó el reclamo de asociaciones civiles, sindicatos ferroviarios y grupos ecologistas.

Los grupos medioambientalistas denunciaron que “la expansión de la red de alta velocidad provoca que se disminuya la inversión en el resto de modelos ferroviarios, que son los que más utilizan los ciudadanos. La reducción de trenes Talgos, Intercitys, regionales y cercanías, como ha ocurrido en el AVE Madrid-Sevilla, condena a la población al uso de la carretera, con el consumo energético, la emisión de gases de efecto invernadero y la alta siniestralidad que conlleva”.

En junio pasado, en Barcelona, doce manifestantes se colgaron de las grúas de las obras del AVE exigiendo la paralización de las obras entre las ciudades de Barcelona y L’Hospitalet de Llobregat. Centenares de vecinos convocados por la Plataforma AVE por el Litoral exigieron que el TGV entrara a Barcelona por la costa y no a través de un túnel por el centro de la ciudad. La protesta finalizó en la iglesia de la Sagrada Familia, donde su portavoz, Pere Vallejo, bramó: “Vamos a pedir una placa de mármol para inscribir el nombre de los políticos, ingenieros y técnicos que han decidido que el AVE pase por aquí, para que quede constancia de quiénes son las personas que están poniendo en peligro la Sagrada Familia y nuestras casas”.

Otro colectivo social catalan, No a la MAT –la sigla alude a las redes de Muy Alta Tensión que se necesitan para soportar la demanda de energía–, se pronunció en contra de la línea de interconexión de 400 mil volts, montando en una plaza veinte réplicas de las torres eléctricas con el nombre de cada una de las poblaciones afectadas. Uno de los representantes de la asociación, Pasqual Aguilar, atacó el plan: “Sólo responde a intereses comerciales, no soluciona las necesidades de la población e hipoteca el futuro de la ganadería, la agricultura y el turismo rural por donde pasa la línea. Perpetúa un modelo energético centralizado, totalmente obsoleto, ineficiente y destructor del medio ambiente”. Las consecuencias se hicieron visibles cuando se empezó a expropiar y desmontar el terreno para construir la línea, pero era tarde para frenar el proyecto.

SILBIDOS PARA ZAPATERO. El malestar social demostró su peso político el 23 de diciembre de 2007, cuando se inauguró la línea Madrid-Valladolid. Los vecinos de Valladolid recibieron al presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero con silbidos, exigiéndole el soterramiento de la línea del AVE. Zapatero dijo que era una obra “histórica, a la altura de los países más avanzados”. En Málaga, los movimientos sociales y sindicales se sumaron a las manifestaciones que denunciaron el abandono del ferrocarril convencional en beneficio del AVE.

Aún hoy existe un duro foco de oposición a la espera de definiciones: el País Vasco. El sistema de alta velocidad, conocido como la “Y vasca” y cuya inauguración está prevista para 2010, pretende conectar las tres capitales de esa comunidad autónoma (San Sebastián, Vitoria y Bilbao) entre ellas, con el resto del Estado y con Europa. Públicamente, el proyecto se presentó como un instrumento que impulsará la economía vasca, que solucionará los problemas de transporte y que ayudará a lograr una mayor cohesión territorial. Sin embargo, la oposición ciudadana ha sido constante. El trazado del TAV en el País Vasco –cuyo costo se calcula en torno de los 6.000 millones de euros– supera los 440 kilómetros e implica, entre otros efectos, la extracción de 33 millones de metros cúbicos de tierra, la construcción de 121 túneles y 113 viaductos, la ocupación directa de más de 2.500 hectáreas y la emisión de 1.375.370 toneladas de dióxido de carbono.

La Asamblea Anti-TAV vasca exige la paralización del proyecto, y argumenta que para obtener velocidades de 250 kilómetros por hora, el servicio sólo puede desplegarse entre recorridos de media y larga distancia, por lo que las estaciones estarán restringidas a las capitales de provincia. Ésa es una de las principales críticas que se le plantean al modelo: sus efectos negativos en la vertebración del territorio, fortaleciendo en último término a núcleos urbanos grandes y especializados. Conservacionistas y expertos coinciden en que una mayor velocidad puede conseguirse adaptando a las necesidades de cada territorio una serie de factores, técnicos y organizativos, no necesariamente trenes nuevos ni vías nuevas. “Pero aquí a nadie le importa eso –dicen los anti TAV, con sarcasmo–. Aquí queremos el AVE de verdad, el más caro”.

El consumo entero de una ciudad corriendo sobre rieles

“La construcción de las nuevas líneas tendrá graves implicaciones sociales y ambientales por la obligación de incrementar el suministro eléctrico, la construcción de líneas de alta tensión y la multiplicación de subestaciones de alimentación eléctrica, una por cada tramo de entre 60 y 120 kilómetros”, dice en su página web la red española Ecologistas en Acción.

Los ecologistas señalan puntualmente el caso del tren AVE que circula entre Madrid y Sevilla a una velocidad máxima de 300 km/h –la media es de 209 km/h–, con una potencia de 8.800 kw. “Este tren –dicen– con ocho coches y dos cabezas motrices y que transporta 329 viajeros, consume tanta electricidad, medida en kilovatios/hora, como una ciudad de 25.000 habitantes”. Explican que para circular a 350 km/h, la velocidad prevista para las nuevas líneas en construcción, “los trenes tendrán que tener una potencia superior a los 12.000 Kw, lo que llevará a un consumo de energía semejante al de una ciudad de 50.000 habitantes, ya que la potencia necesaria para incrementar la velocidad de los trenes aumenta de forma equivalente al aumento de la velocidad elevado al cubo”. La sola necesidad de incrementar la velocidad de los trenes durante su marcha implica un enorme consumo de energía. Cuando se pasa de 200 a 250 km/h, el consumo sube el 18%. Y cuando la meta son los 300 km/h, el incremento es del 143% (ver cuadro). El argumento final de las objeciones es que a mayor consumo de energía, mayor emisión de gases de efecto invernadero, particulamente para un país como España, cuya electricidad proviene de centrales térmicas que queman combustibles fósiles.

En marzo del año pasado los medios españoles informaban que para que el AVE recorriera el trayecto Madrid-Tarragona ganando apenas tres o cuatro minutos a una velocidad máxima de 300 km/h –contra los 280 anteriores– el consumo de energía debía aumentar “de manera considerable”, con el consiguiente incremento en el precio de las tarifas. Luis Granell, un experto en ferrocarriles, insistía en ese momento en que “las infraestructuras del AVE las hemos pagado todos, pero luego sólo la gente adinerada puede disfrutar de los viajes en alta velocidad. Desde que no hay trenes baratos para ir a Madrid, la gente se ha pasado al autobús”.

Las protestas de las organizaciones sociales españoles contra los trenes de alta velocidad provienen tanto de sectores urbanos como rurales. En el primer caso la llegada del AVE implica obras traumáticas en los tejidos urbanos, vibraciones y un altísimo nivel de ruido similar al de un avión. En las zonas rurales las consecuencias indeseadas tienen que ver con la agresión a la fauna, la alteración de cursos del agua, la construcción de túneles en áreas montañosas y enormes movimientos de tierra, daños y fracturación en áreas de cultivo.

(http://www.criticadigital.com.ar/impresa/index.php?secc=nota&nid=1136)

domingo, 9 de marzo de 2008

Google cede a queja del Pentágono

Google cede a queja del Pentágono
Redacción BBC Mundo

La entrada del Fuerte Sam en Google

El departamento de Defensa de EE.UU. prohibió al gigante de búsquedas en internet, Google, la toma de imágenes dentro de bases militares estadounidenses para la elaboración de sus mapas.

Los funcionarios del Pentágono expresaron su preocupación específica sobre las panorámicas de 360 grados, que permiten a los usuarios del programa de Google observar detalladamente los lugares fotografiados.

El general Gene Renuart, jefe del comando militar a cargo de la defensa nacional de EE.UU., dijo que "pienso que representa un verdadero riesgo de seguridad para nuestras instalaciones militares".

La preocupación específica del alto funcionario se refirió a una base de Texas.

"Muestra donde están todos los guardias. La forma como suben y bajan las barreras y cómo entrar y salir de los edificios", señaló.

Individuos y gobiernos

El corresponsal de la BBC en Washington, Jonathan Beale, dijo que muchas de las imágenes fueron tomadas desde calles públicas y, por lo tanto, los militares estadounidenses podrían no tener los derechos legales para retirarlas.

Imágenes de Google
Sin embargo, las imágenes del interior de la base ya no están en el sitio de internet.

Sin embargo, el portavoz de Google, Larry Yu, reconoció a la BBC que la decisión de Google de colocar la base de Texas con tanto detalle había sido un error.

"No es política nuestra solicitar acceso a instalaciones, pero en este caso el operador del vehículo que tenía la cámara encima -la forma como capturamos las imágenes para Street View- solicitó permiso para entrar en una instalación militar y le dieron acceso", explicó.

"Después de enterarnos del incidente, rápidamente procedimos a eliminar las imágenes".

No es la primera vez que las imágenes recogidas por Google generan protestas.

Tanto individuos como gobiernos han mostrado su preocupación de que las imágenes de satélite puedan comprometer su seguridad.

Lea: Un conflicto fronterizo... virtual

(http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_7283000/7283237.stm)

Un argentino deslumbra con el arte satelital

Fotos no convencionales

Un argentino deslumbra con el arte satelital

Santiago Espeche viajará a Nueva York para presentar "Lágrimas del deshielo", una obra realizada con imágenes captadas desde el cielo.

04.03.2008

La fotografía titulada "La Huída" forma parte de la muestra que el joven creativo presentará en los Estados Unidos. (santiagoespeche.com )

Lejos de constituir información pura y dura para uso científico, las imágenes captadas desde el cielo se han convertido en un lienzo virtual para un joven argentino que esta semana viaja a Nueva York con una muestra de arte satelital.

"Esto es arte, pero nunca deja de ser ciencia", dijo a la agencia internacional EFE Santiago Espeche , que desde hace varios años se dedica a descubrir figuras y a dejarse llevar por la imaginación al contemplar cómo se ve la tierra desde el cielo.

Con imágenes de la Antártida tomadas por el satélite argentino SAC-C, Esteche montó "Lágrimas del deshielo", exposición que este jueves abrirá sus puertas al público en la galería de arte del consulado de Argentina en la ciudad estadounidense de Nueva York.

"Para esta serie elegí una forma metafórica de hablar de un tema muy difícil, que es el deshielo como uno de los efectos del calentamiento global. No me gusta la denuncia tajante, sino más bien la sutileza", expresó el creador, de 34 años.

Esteche relató que el arte satelital entró en su vida cuando, poco después de comenzar a trabajar como empleado administrativo en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) de Argentina, le "ofrecieron aprender a procesar imágenes captadas por satélites".

"Hice una capacitación intensiva -agregó- y después seguí perfeccionándome. En 2002 firmé un convenio con la Conae para poder obtener y difundir imágenes satelitales en ambientes no convencionales e hice mi primera muestra dos años después".

En Nueva York, Esteche expondrá imágenes en papel fotográfico, pero también ha usado lona como soporte y dijo que tiene planeado presentar su próximo trabajo "en formato digital, seguramente con pantallas de plasma colgadas en la pared".

Explicó que "Lágrimas del deshielo" se complementa con la proyección de "un vídeo que comienza con el lanzamiento del satélite SAC-C e imágenes que tomó desde el año 2000, tanto de la Antártida como de otros lugares del mundo".

Un padre diplomático y una familia que le "inculcó mucho el arte" le permitieron a Esteche "conocer el mundo desde pequeño" y comenzar "a escribir a los ocho años", para luego dedicarse a la música y a la pintura, pasiones que no ha abandonado con el paso del tiempo.

"Estuve meses analizando imágenes satelitales y encontré una paleta muy rica, por lo que pensé: aquí hay arte, hay que explotarlo. La variedad de tonos me la da la variedad del suelo, tanto desde su topografía como desde la energía que irradian los elementos", sostuvo.

Con vistas aéreas de lagos, costas o montañas, el creador da vida a un elefante, un camello o un pez y se vale del contorno de una de las Malvinas para referirse al reclamo argentino por la soberanía de esas islas del Atlántico Sur que hoy están en poder del Reino Unido.

"Lo que para un estudioso de la tierra es información para mí es, además de eso, una infinita posibilidad de juego artístico", recalcó.

Si bien reconoció que no son muchos, Esteche dijo que "hay otros artistas satelitales desperdigados por el mundo" y él se ubicó entre quienes hacen "neofiguración, que es encontrar una figura, tomar las imágenes y darles un concepto".

"La agencia espacial estadounidense NASA tiene un sitio de Internet con imágenes de todo el mundo planteadas como arte porque estéticamente son muy bellas y hay un oceanógrafo argentino que hizo un trabajo muy interesante con las corrientes marinas", detalló.

Como integrante de "una generación a la que las ciencias duras se las enseñaron con dureza", el joven tiene la "esperanza de que en poco tiempo haya miles de artistas satelitales" y recomienda utilizar el programa informático Google Earth "como herramienta".

La muestra en el consulado argentino en Nueva York permanecerá abierta hasta el 26 de este mes y en mayo el artista tiene previsto montar otra exposición en Miami, mientras que en agosto próximo sus trabajos recalarán en Buenos Aires.

Lejos de los círculos artísticos tradicionales, la obra de Espeche ha sido proyectada en enormes pantallas de vídeo durante la última gira de conciertos de Los Piojos, una de las bandas de rock más populares del país.

Fuente: EFE

(http://www.criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=161)

Descubren un yacimiento arqueológico a través de Google Earth

En La Rioja

Descubren un yacimiento arqueológico a través de Google Earth

Se trata de una extensión de 500 hectáreas donde hay al menos una docena de estructuras circulares de hasta 12 metros de diámetro, posiblemente construidas con fines rituales.

05.03.2008

Científicos argentinos hacían un estudio sobre la red de caminos Inca y encontraron un yacimiento arqueológico de 500 hectáreas. Lo encontraron con Google Earth. (Sergio Martín - UNLAR)

Varios sitios arqueológicos, de probable función ritual, fueron ubicados ayer en el oeste riojano por investigadores del Departamento Arqueología del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de La Rioja (UNLAR), según informaron desde esa casa de estudios.

La Universidad dijo que localizó el yacimiento arqueológico con estructuras circulares de gran tamaño a través de Google Earth , un programa informático que permite acceso gratuito a imágenes satelitales a través de Internet, mientras hacían un estudio sobre la red de caminos construido por los Incas en la zona.

Tras verlo en Internet, los arqueólogos Claudio Revuelta y Sergio Martín se trasladaron al lugar y corroboraron el hallazgo, aunque se negaron a revelar de momento la ubicación exacta del yacimiento para no comprometer su conservación.

Según explicaron, ya se han encontrado estructuras como estas en varias regiones del noroeste y Cuyo, pero aclararon que la concentración en un espacio de unas 500 hectáreas convierte al yacimiento en un reservorio patrimonial especial.

Detallaron que algunas de las edificaciones están revestidas con piedras rojas, negras y blancas formando figuras geométricas, y otras están construidas sobre plataformas y delimitadas con paredes de piedra.

Revuelta y Marín dijeron que el estudio del lugar contribuirá a esclarecer si estas construcciones eran utilizadas para sus rituales por los pueblos prehispánicos, tal como se han planteado en algunas investigaciones arqueológicas.

Fuente: Télam y EFE
(http://www.criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=253)