Saludos
Agustin
Sí, una computadora por alumno
El proyecto para proveer de computadoras a las escuelas, presentado hace tres años, se demoró más de lo esperado, pero sigue siendo un compromiso para la introducción de las nuevas tecnologías en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Imagen por Horacio Cardo (http://www.horaciocardo.com/)
Nuestro país se ha comprometido a garantizar el acceso universal a las nuevas tecnologías, como dimensión fundamental de una educación de buena calidad. Para ello se trabaja cotidianamente y en estrecha cooperación con los ministerios de educación de las provincias, a través de diferentes estrategias que se dirigen tanto a la provisión de computadoras a las escuelas como a la capacitación docente para su uso pedagógico. En este contexto, uno de los programas de mayor repercusión pública es el promovido por Nicholas Negroponte, "Una computadora por niño" (OLPC).
En los últimos meses, por diferentes medios de comunicación, se ha difundido el reclamo acerca de la falta de cumplimiento de un supuesto compromiso del Ministerio de Educación de la Nación con la compra de computadoras, así como la idea según la cual este proyecto sería la panacea frente a los problemas educativos argentinos. El tema es muy importante y por eso es necesario que lo discutamos con seriedad y adecuada información.
Primero, vayamos a los hechos. La cronología comienza en enero de 2005, en ocasión del Foro Económico Mundial de Davos, donde Nicholas Negroponte presentó lo que él mismo denominó como "el proyecto del resto de su vida": una computadora portátil de 100 dólares, que, distribuida gratuitamente a través de los ministerios de educación permitiría a los estudiantes de todo el mundo, el acceso a la tecnología de manera sencilla y amigable.
La relevancia del proyecto provocó el interés de varios países con voluntad política de universalizar el acceso a las nuevas tecnologías. La Argentina, a través del entonces Ministro de Educación, Ciencia y Tecnología, Daniel Filmus, se propuso avanzar en el estudio del proyecto y creó un grupo de trabajo en Educ.ar, para evaluar la propuesta y sugerir un plan de acción. En aquel momento, OLPC pidió una definición para marzo de 2006, que les permitiera iniciar la producción y entregar las computadoras en diciembre de ese año.
El ministro Filmus, estableció tres condiciones básicas (además de asumir que el precio sería de 100 US$ por laptop): tomar la decisión de compra a partir del modelo definitivo y no de un prototipo de prueba, realizar un piloto y trabajar con un organismo internacional que asegurara transparencia en el proceso de compra.
Luego de varias reuniones e intercambios, se aceptó continuar bajo estos supuestos y Argentina pasó a formar parte del grupo inicial de siete países junto a Brasil, China, Egipto, India, Nigeria y Tailandia que liderarían la aplicación del proyecto. El grupo de trabajo en Argentina (con activa participación del equipo de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA), desarrolló distintas pruebas con los prototipos que se iban recibiendo pero no con el modelo final, que demoraba en llegar. En noviembre de 2006, Negroponte visitó nuevamente nuestro país y fue recibido por el presidente Kirchner. En esa visita, Negroponte se comprometió a que, en un plazo no mayor a seis meses, las computadoras estarían funcionando y se podría entonces, definir la adquisición. En ese período comenzaron a aparecer distintas empresas nacionales y extranjeras, con opciones alternativas al modelo OLPC, que modificaron el escenario inicial. En mayo de 2007, la fecha comprometida por Negroponte, se realizó la ansiada presentación y si bien los avances fueron importantes, las computadoras no podían ser aun consideradas como un producto estable.
Resultaba claro que la decisión de compra no era posible en esas condiciones y, si la hubiera, debería ser a través de una licitación, en la que pudieran participar los distintos oferentes. En este proceso, casi todos los países de la lista inicial fueron desertando de su participación en el proyecto. En síntesis, nunca se firmó compromiso alguno de compra, ni en esta gestión ni en la anterior. Desde este Ministerio se sigue con interés el avance del proyecto. Mientras tanto, seguimos con nuestras políticas de equipamiento a las escuelas y a los Institutos de Formación Docente, de producción de materiales de alfabetización digital, de incentivos a las experiencias innovadoras de utilización de las nuevas tecnologías en el proceso de enseñanza-aprendizaje, tanto en la enseñanza obligatoria como en la educación superior, así como la expansión de la conectividad a las zonas más carenciadas del país.
Tenemos claro que no estamos frente a un desafío tecnológico sino frente a un proyecto social y educativo. En este sentido, la introducción de computadoras en las escuelas tiene que ser concebida como un aporte a una educación que satisfaga los dos grandes objetivos que se propone la educación del siglo XXI: aprender a aprender y aprender a vivir juntos.
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Agustín, el profe de tecnología
http://tecnologiaitinerante.blogspot.com